Perseguidera Dmente

lunes, 28 de diciembre de 2009

Navidad China


Cómo que navidad china, si la gran mayoría de los chinos no celebran la navidad? Eso sí: nos fabrican las lucecitas, los adornos, los juguetes...  quedará por allá el polo norte? Tomando en cuenta que encierran por 11 años a aquellos que piden elecciones democráticas bajo el cargo de "incitar la subversión contra el poder del Estado"... prefiero no visitarles, por ahora.
La navidad de este año ha sido agridulce (como el pollo chino), con racionamiento de agua (mi casa se queda sin agua lunes y martes, pero no viene hasta el jueves en la mañana), de luz, superávit de ladrones y falta de ánimo. 
Hoy quiero destacar algunas cosas buenas, de las que te pasan todo el año, pero que notas especialmente por estas fechas: a mis marchantes del mercado de los sábados: Janet, que me vende las pasas, aceitunas, alcaparras y cuanto fruto seco existe; la familia que vende las verduras fresquitas; el abuelo de las mazorcas y el ají dulce; el Gordo José, que trae los huevos frescos; Juan, el moreno de las cachapas, que surte mis desayunos de los sábados; la señora Teté, de las flores... El señor que vende agua de coco, el del juguito de caña de azúcar recién exprimido... La gente que se levanta más temprano que yo y que me trae a la calle de al lado de mi casa, cada sábado, lo que pueda necesitar. Siempre sonrientes, de buen humor, con un chiste a flor de labios, una receta, una ñapita... a todos ustedes, muchas gracias.
Navidad es un tiempo para compartir con la gente que quieres, de modo que he pasado ratos muy simpáticos y agradables con mi familia y amigos, inclusive volví a reunir al viejo aquelarre: amig@s que no veía hace un titipuchal de tiempo. Nos sentamos una tarde tarde de sábado en un café de Altamira a ponernos al día: Carmenza se casó con el gallego al fin, sigue cantando y está "robusta y saludable" (ella misma lo dice), Héctor sigue con la guitarra pero dejó a la flaca, Mariale se graduó, cambió de trabajo y se corto el pelo (se le nota el cambio de aires) y por último, pero no menos importante: mi querido Nayib se va a España, como dice él: de por beca. O sea, que cuando termine vuelve (dice que nadie le cree, pero que el hará lo posible). Fue una tarde full de chistes, risas y despreocupación. Pensamos colectivamente en crear el AM, Aquelarre Mensual, de asistencia obligatoria, justo con el cambio de luna. Lunáticos que se reúnen en cada cambio de luna... Que Dios nos asista: qué navidad más rara..!

lunes, 14 de diciembre de 2009

El regalo de los insultos

En esta época en la que reina la genuina compasión y la hermandad en la humanidad que sigue fielmente las enseñanzas de Jesús, aquí queda esto...

Cerca de Tokio vivía un gran samurai, ya anciano, que ahora se dedicaba a enseñar el budismo zen a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda de que aún era capaz de derrotar a cualquier adversario.


Cierta tarde, un guerrero, conocido por su total falta de escrúpulos, apareció por allí. Era famoso por utilizar la técnica de la provocación: esperaba que su adversario hiciera el primer movimiento y, dotado de una inteligencia privilegiada para captar los errores cometidos, contraatacaba con velocidad fulminante.


El joven e impaciente guerrero jamás había perdido una lucha. Conociendo la reputación del samurai, estaba allí para derrotarlo y aumentar así su fama.


Todos los estudiantes se manifestaron en contra de la idea, pero el viejo aceptó el desafío.


Fueron todos hasta la plaza de la ciudad, y el joven comenzó a insultar al viejo maestro. Arrojó algunas piedras en su dirección, le escupió a la cara, gritó todos los insultos conocidos, ofendiendo incluso a sus antepasados.. Durante horas hizo todo lo posible para provocarlo, pero el viejo permaneció impasible. Al final de la tarde, sintiéndose ya exhausto y humillado, el impetuoso guerrero se retiró.


Decepcionados por el hecho de que su maestro aceptara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron:


– ¿Cómo ha podido usted soportar tanta indignidad? ¿ Por qué no usó su espada, aún sabiendo que podía perder la lucha, en vez de mostrarse cobarde ante todos nosotros?


– Si alguien se acerca a tí con un regalo, y tú no lo aceptas, ¿a quien pertenece el regalo? preguntó el samurai.


– A quien intentó entregarlo – respondió uno de los discípulos.


– Pues lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos – dijo el maestro. – Cuando no son aceptados, continúan perteneciendo a quien los cargaba consigo.

por Paulo Coelho