Perseguidera Dmente

jueves, 29 de diciembre de 2011

Y las tales hallacas... son digitales















Mi hermano Martín pasó por casa a saludar y me pidió le enviara por mail la receta del guiso de la hallacas, porque las va a hacer en su casa este año. Yo, pichirrísima y agarrada como Dios me echó en el mundo, comparto con todos la receta completa de mis hallacas, plato tradicional venezolano que se come en navidad, con influencias indígenas, europeas y africanas. 

Hay miles de versiones: esta son las que hacía mi abuela materna María Teresa, hija de españoles, tan cañí y tan de derechas, que no le gustaba contar que el abuelo Augusto era médico, adeco y masón. Y menos que se lo comieron unas pirañas al volcar la piragua donde trasladaba unas actas desde Tucupita por el río, lo que la convirtió en una hermosa y joven viuda con cuatro hijos... pero ese es otro cuento.


Estas son mis hallacas, a mucha honra... vamos que no soy Sumito Esteves ni Don Armando Scannone, pero he hecho llorar a mis tíos. Dicen que tengo la sazón de Doña María T.


Ingredientes para 50 hallacas y 40 y tantos bollos:

4 paquetes de harina pan (de maíz blanco)
1 cuarto de kilo de onoto (achiote, urucú, caituco) en grano
1 litro de aceite neutro (mira las cantidades, no lo usarás todo)
1 paquete de hojas de plátano asadas
1 rollo de pabilo (hilo de algodón para cocinar)
2 kilos de carne de res picadita (con nada de grasa)
1 y medio de cochino o cerdo picadito (con muy poca grasa)
1 y medio de pechuga de pollo sin piel
Medio kilo de aceitunas rellenas
Medio kilo de pasas negras
4 cucharadas de alcaparras
1 cuarto de panela de papelón (o su equivalente en azúcar morena)
4 pimentones rojos
4 cebollas
Las especies de tu gusto (ahí te las veas: yo tengo mi sazón: usted pone la suya. Cada quien en su casa y Dios en la de todos)
1 cuarto de kilo de ajos pelados
3 tallos de ajoporro
3 paquetes de apio españa
3 paquetes de cebollín o cebolla de verdeo
Un manojo de cilantro
Medio kilo de ají dulce
1 botella de vino tinto (La Sagrada Familia es el mejor)
100 grs. de almendras tostadas y peladas (las ponía la abuela, así que mantén la tradición carajo!)
Un trozo de tela de algodón muy limpio 
Tijera
Paciencia, barra de ánimo (o asistontos que frieguen, recojan, cuelen café y te alcancen las cosas), buena música, mucho amor, muy buen humor y algo de café.

Este proceso yo lo hago en dos fases: una tarde-noche hago el guiso... y al día siguiente desde la mañana amaso, relleno y cuezo. El trabajito es pesado para uno solo, por eso lo divido. Igual vas a quedar reventado, pero van a quedar re buenas, ya verás! Lee primero todo y después arrancas, vale?

Caldo de pollo (base de la masa) y el pollo del relleno:
Lava la pechuga y ponla a cocinar en mucha agua con la parte blanca de los tallos de ajoporro, 3 ramas de apio españa, 3 partes blancas de cebollín, 1 cucharada de granos de ajo, medio pimentón rojo, 2 ajíes dulces, media cebolla, especias a gusto (suave, viejo: es un caldo, cuida la sal), un tercio del manojo de cilantro. Cocer hasta que la pechuga este muy bien cocida, sacar la carne, dejar enfriar, desmechar en trozos medianos, colar el caldo y reservar (para amasar la masa).

Aceite onotado:
Pon una paila lo suficientemente grande a calentar, donde pondrás medio litro de aceite (es para colorear la masa, deja la histeria) a calentar con la llama media o baja y los granos de onoto, para que vaya aflojando el color. Cuando los granos empiecen a flotar y sin dejar hervir, para que no se quemen y el aceite se ponga amargo, bajar del fuego y dejar reposar. Al estar tibio, colar y reservar. Reserva aparte media taza de este aceite (es para mojar un pedacito de tela y humedecer las hojas antes de poner la bola de masa en la hoja). 

Guiso:
Licua el ajo en suficiente aceite para que se forme una pasta. Licua las 2 cebollas y media, el cebollín, el apio españa, el ajoporro, el cilantro, el pimentón y el ají dulce. Licua cada ingrediente por separado y con la menor cantidad de agua posible, pero cuidando de no forzar el motor de la licuadora, mejor muchas veces licuar... que la última, intentar.

Toma 6 u 8 cucharadas de ese aceite onotado y ponlo en la olla donde harás el guiso. Pon a calentar ese aceite donde pondrás un cuarto de panela de papelón rallada por el lado grueso del rallo. Cuando se derrita el papelón, pon las carnes (cerdo y res) y agrega la pasta de ajo y las especies.  Dora. La carne picada, cuando es mucha cantidad, afloja mucho líquido, por lo que deberás esperar que este líquido seque para agregar los otros licuados. 
Que la vaina parece una sopa? no te espantes! deja que hierva y saca líquido con un cucharón para el caldo de las pechugas; es la base de la masa y le agregaras más sabor, pero cuidado: esto sólo debe hacerse cuando aún no has agregado los licuados. También puedes hacerlo después que los hayas agregado, pero debes dejar cocinar los ingredientes licuados primero.

Pon las alcaparras, 2 puñitos de pasas, un puñado de aceitunas, casi todo el vino (reserva una tasa para la masa) y tapa. Baja la llama a media, revuelve ocasionalmente, rectifica la sal. Verifica el punto de salsosidad (el guiso no debe quedar muy aguado ni demasiado seco: si sobra salsa: pa la masa va!)

Limpieza de las hojas:
Mejor cortar primero las hojas y dividirlas en bases y fajas (bases: cuadrados de 25 a 30 cms por lado; fajas: tiras de 12 cms de ancho por 40 de largo.) Enjuagarlas muy bien, escurrir y secar con un paño de cocina limpio. Este pañito deberás enjuagarlo y exprimirlo varias veces durante el proceso. Recuerda que este es el plato de la hallaca y debe por ende, estar limpito.
Separar por bases (con las venas de la hoja hacia arriba (para poner la masa y el guiso en esa cara, ya que dobla mejor) y fajas. Mete el rollo de pabilo en una bolsita plástica, asoma un trozo y haz un nudo en la bolsa.

Masa:
Pon el resto del aceite onotado y el caldo en un bol grande (son cuatro kilos, caballo: así que descansa antes, porque la masa debe quedar lisita y para eso debes echarle LA amasada). Por cierto, funciona mejor si los líquidos están tibios. Tibios, mi pana: no calientes ni fríos.
Ve agregando la harina poco a poco (mejor dile a la flaca de tu señora esposa que te vaya echando la harina en forma de lluvia). Para cuando lo necesites, pero no te detengas por mucho rato. Si necesitas más líquido, usa algo de caldo o agua en la que habrás disuelto 4 cucharadas de papelón rallado. Rectifica la sal. Tapa la masa con un paño de cocina húmedo. 
Te quedaron las manos anaranjadas? Jajajajaja! Bienvenido al club!

Preparación:
Es mejor ordenar todo lo que vas a necesitar en la mesa antes de empezar. Pica 2 cebollas en ruedas finitas y ponlas en un plato que compartirán con las tiritas de 2 pimentones. Otro plato con las aceitunas rellenas, otro con los trozos de pollo, otro con las almendras y las pasas. El bol con la masa, el guiso, las hojas, el pabilo y la tijera. Agua para enjuagarte las manos y un paño. Pon a hervir cuanta olla tengas con 3 cuartas partes de agua y un poquito de sal. 
Tómate un café. Que sean dos, así aguantas.

Armado:
Pon la base de hoja frente a ti con las venitas hacia arriba. Humedece con aceite el trozo de tela, pásalo en redondo sobre la hoja. Toma una bola de masa y ponla en el centro de la hoja. Aplánala con la palma de la mano húmeda hasta obtener un círculo delgado. Pon una cucharada generosa de guiso, un trozo de pollo, una ruedita de cebolla, una tirita de pimentón, una aceituna rellena, dos pasitas y una almendra. Hermoso, verdad? toda una obra de arte y puro sabor!

Ahora bien, toma el lado de arriba y de abajo de la hoja juntos y dobla hacia afuera la mitad (te va a quedar un rectángulo); ahora, dobla los extremos de ése rectángulo hacia abajo, para obtener un rectángulo más pequeño. Enrolla la faja atravesando el rectángulo por la panza (no creerás que le llaman faja por nada o sí?)

Pon el rectángulo frente a ti horizontalmente y pasa por debajo el pabilo, dejando un trozo de unos 20 cms. a tu derecha y comienza el amarrado, como si hicieras una trama: tres hilos por cada lado es lo que se estila para las hallacas. 

Cocido:
Cuando ya lleves unas 10, ponlas a hervir por 40 minutos cada tanda. Yo suelo usar las 6 hornillas de la cocina y las voy poniendo en el sentido de las agujas del reloj, así sé cuáles puse primero. Usa la alarma del celular para medir los tiempos de cocción y trata de ponerlas con un máximo de 20 minutos entre tanda y tanda.

De esta receta suelen salir 50 hallacas y el resto en bollos (unos 40 y tantos, más o menos). 

Bollos: 
Cuando llegues a las 50 hallacas, pica todo lo que tienes en la mesa, ponlo  en la masa, revuelve y con un cucharón pon la masa en la hoja para hacer los bollos. Esta masa suele quedar más húmeda por el guiso, si queda demasiado aguada, ponle mas harina, cuidando que no queden grumos. No se aplana, sino que se deja el cucharón de masa en el centro de la hoja en diagonal.
Para los bollos son 2 vueltas de hilo: también llevan faja y la hoja no se pone derecha, sino atravesada: la pones con la punta hacia ti y tomas las puntas de arriba y abajo, las doblas; luego tomas las otras puntas y doblas hacia abajo. te debe quedar un rectángulo. Luego, amarras como la hallaca.

Cualquier duda, vaya y llame al 0800-hallacahagoyo!

Bon apetit!

domingo, 27 de noviembre de 2011

Los amos del mundo - Arturo Pérez-Reverte


Usted no lo sabe, pero depende de ellos. Usted no los conoce ni se los cruzará en su vida, pero esos hijos de la gran puta tienen en las manos, en la agenda electrónica, en la tecla intro del computador, su futuro y el de sus hijos.
Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a mandar al paro en nombre de un tres punto siete, o un índice de probabilidad del cero coma cero cuatro.
Usted no tiene nada que ver con esos fulanos porque es empleado de una ferretería o cajera de Pryca, y ellos estudiaron en Harvard e hicieron un máster en Tokio, o al revés, van por las mañanas a la Bolsa de Madrid o a la de Wall Street, y dicen en inglés cosas como long-term capital management, y hablan de fondos de alto riesgo, de acuerdos multilaterales de inversión y de neoliberalismo económico salvaje, como quien comenta el partido del domingo.
Usted no los conoce ni en pintura, pero esos conductores suicidas que circulan a doscientos por hora en un furgón cargado de dinero van a atropellarlo el día menos pensado, y ni siquiera le quedará el consuelo de ir en la silla de ruedas con una recortada a volarles los huevos, porque no tienen rostro público, pese a ser reputados analistas, tiburones de las finanzas, prestigiosos expertos en el dinero de otros. Tan expertos que siempre terminan por hacerlo suyo. Porque siempre ganan ellos, cuando ganan; y nunca pierden ellos, cuando pierden.
No crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al mundo combinaciones fastuosas de economía financiera que nada tienen que ver con la economía productiva. Alzan castillos de naipes y los garantizan con espejismos y con humo, y los poderosos de la Tierra pierden el culo por darles coba y subirse al carro.
Esto no puede fallar, dicen. Aquí nadie va a perder. El riesgo es mínimo. Los avalan premios Nóbel de Economía, periodistas financieros de prestigio, grupos internacionales con siglas de reconocida solvencia. Y entonces el presidente del banco transeuropeo tal, y el presidente de la unión de bancos helvéticos, y el capitoste del banco latinoamericano, y el consorcio euroasiático, y la madre que los parió a todos, se embarcan con alegría en la aventura, meten viruta por un tubo, y luego se sientan a esperar ese pelotazo que los va a forrar aún más a todos ellos y a sus representados.
Y en cuanto sale bien la primera operación ya están arriesgando más en la segunda, que el chollo es el chollo, e intereses de un tropecientos por ciento no se encuentran todos los días. Y aunque ese espejismo especulador nada tiene que ver con la economía real, con la vida de cada día de la gente en la calle, todo es euforia, y palmaditas en la espalda, y hasta entidades bancarias oficiales comprometen sus reservas de divisas. Y esto, señores, es Jauja.
Y de pronto resulta que no. De pronto resulta que el invento tenía sus fallos, y que lo de alto riesgo no era una frase sino exactamente eso: alto riesgo de verdad. Y entonces todo el tinglado se va a tomar por el saco. Y esos fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más peso en la economía mundial, muestran su lado negro.
Y entonces, ¡oh, prodigio!, mientras que los beneficios eran para los tiburones que controlaban el cotarro y para los que especulaban con dinero de otros, resulta que las pérdidas, no. Las pérdidas, el mordisco financiero, el pago de los errores de esos pijolandios que juegan con la economía internacional como si jugaran al Monopoly, recaen directamente sobre las espaldas de todos nosotros.
Entonces resulta que mientras el beneficio era privado, los errores son colectivos, y las pérdidas hay que socializarlas, acudiendo con medidas de emergencia y con fondos de salvación para evitar efectos dominó y chichis de la Bernarda.. Y esa solidaridad, imprescindible para salvar la estabilidad mundial, la paga con su pellejo, con sus ahorros, y a veces con su puesto de trabajo, Mariano Pérez Sánchez, de profesión empleado de comercio, y los millones de infelices Marianos que a lo largo y ancho del mundo se levantan cada día a las seis de la mañana para ganarse la vida.
Eso es lo que viene, me temo. Nadie perdonará un duro de la deuda externa de países pobres, pero nunca faltarán fondos para tapar agujeros de especuladores y canallas que juegan a la ruleta rusa en cabeza ajena. Así que podemos ir amarrándonos los machos. Ése es el panorama que los amos de la economía mundial nos deparan, con el cuento de tanto neoliberalismo económico y tanta mierda, de tanta especulación y de tanta poca vergüenza.
(Artículo publicado en "El Semanal" el 15 de noviembre de 1998, y que ahora, diez años después, parece una profecía).

miércoles, 23 de noviembre de 2011

El apartheid persiste


flipper
Reinaldo afirmaba que sí, insistía e insistía. Yo, sin embargo, soy de la generación que de antemano piensa que casi todo está prohibido, que me van a regañar a cada paso e impedir cualquier cosa que se me ocurra. Así que, por esta vez, la discusión matrimonial fue intensa. Él aseguraba que podríamos abordar aquel barco para mirar la bahía de Cienfuegos desde el vaivén de sus olas; a mí la vocecita interior me gritaba que tanto disfrute no podía estar al alcance de los nacionales. Por un par de horas, creí que el optimista de mi marido, al estilo de un Cándido tropical, se saldría con la suya. Fuimos hasta la oficina de la marina cercana al hotel Jagua y allí un funcionario nos vendió un par de tickets para el ansiado paseo. Nunca ocultamos nuestro atropellado acento habanero, ni siquiera intentamos hacernos pasar por extranjeros, pero nadie nos pidió una identificación. Sentíamos que ya un par de asientos a bordo del yate “Flipper” tenían nuestros nombres y el murmullo del escepticismo se iba apagando dentro de mi cabeza.
Llegamos al muelle con media hora de antelación. Los turistas de piel enrojecida comenzaron a subir a la embarcación. Rei y yo alcanzamos una esquina espectacular desde donde sacaríamos fotos de esa bahía tan grande como un mar. El sueño duró apenas cinco minutos. Cuando el capitán nos escuchó hablar preguntó si éramos cubanos. Un rato después, nos informaban que debíamos bajar a tierra “el paseo en barco está prohibido para los nacionales en todas las marinas del país”. Rabia, ira, vergüenza de portar este pasaporte azul que nos hace culpables –por anticipado- ante la ley de nuestra propia nación. Sensación de estafa al comparar el discurso oficial de supuesta apertura con esta realidad de exclusión y estigma. Tuvimos ganas de hacer un escándalo y aferrarnos a la baranda para obligarlos a sacarnos por la fuerza, pero ¿hubiera servido de algo? Mi marido desempolvó su francés y le contó al grupo de europeos lo que estaba ocurriendo. Se miraron extrañados, cuchichearon entre ellos. Ninguno desembarcó –-en solidaridad con los excluidos- de aquel tour por las costas de nuestra Isla; a ninguno le resultó intolerable disfrutar de algo que a los nativos nos está vedado.
El Flipper zarpó, la estela del apartheid fue visible durante unos segundos y después se volvió a camuflar entre las oscuras aguas de la bahía. El rostro del músico Benny Moré –en una pancarta cercana- parecía haber cambiado su risa por una mueca. A un lado de su barbilla estaba escrito el famoso estribillo “Cienfuegos es la ciudad que más me gusta a mi…”. Salimos de aquel lugar. Reinaldo derrotado en su ilusión y yo triste de que mi recelo triunfara. Caminamos por la carretera de Punta Gorda mientras le dábamos forma a una idea: “si el Benny hubiera vivido en los tiempos que corren, también lo habrían bajado -–como a un perro sarnoso- de ese yate”.

jueves, 25 de agosto de 2011

El Cofre Damasquino: Agredido Ali Ferzat



No puedo menos que invitarles, con horror, a leer esta entrada del blog amigo:
El Cofre Damasquino: Agredido Ali Ferzat: Mientras conducía su coche por la céntrica plaza damascena de “Omawiyyin”, Alí Ferzat fue parado por unos encapuchados...

Ya hablaremos sobre esto, Bashir...

martes, 12 de julio de 2011

Con tinta sangre del corazón

Como de niña era asmática, mis juegos o eran calmados o no eran, según decía mi alarmada madre... Claro que ella no contaba con que “muchacho solo inventa mucho”: cuando andaba en parvada, es que no me daba pero ni calor, como todo niño. De todas maneras y por si acaso, mamá, sabia como toda madre, me compró libros. Lo que ella no sabía es que mi tío Gonza y yo ya habíamos complotado y en cada visita a su casa en Cagua, intercambiábamos una bolsa cada vez más grande, con el mejor contrabando del mundo: letras. Así pues, se regó la especie de que a Zoilita le gustaba leer y en cada cumpleaños, navidad o puente que se resbalara, los 6 tíos, los abuelos, simpatizantes, amigos y demás deudos, se presentaban con un libro y el lacito de rigor, bajo el brazo.
El único inconveniente era la bendita costumbre de la gente de regalar lo que le gusta, sin pensar en los gustos del interfecto en cuestión: si bien recibí al Quixote, Hermann Hesse, Saint Exupéry, Milan Kundera, Teresa de la Parra, Rómulo Gallegos, Martín Cruz Smith, Dostoyeski, Kenzaburo Oé, Shakespeare, la dupla Lapierre & Collins… podía venir cualquier cosa. Y era precisamente la expectativa por las diferentes opciones, las que creaban ese mariposeo en el estómago (a Dios gracias, mis tíos eran omnilectores).
Así como nadie se baña dos veces en el mismo río, nadie lee el mismo libro, ni siquiera la segunda vez. Recuerdo la primera vez que abrí el Quixote… Qué soñador! Yo quise advertirle del mundo, pero él no se dejó… Qué iluso. Panchito Mandefuá me hizo llorar con hipido de sentimiento. Con Doña Bárbara sentí orgullo por mi tierra y su gente, y aunque ella me produjo lástima desde el principio, imaginé que El Socio era su inconsciente, me dejé de rollos… y listo el pollo! A las niñitas de Mamá Blanca siempre me provocó tirarles de los moñitos… No podré olvidar el monólogo de Shylock en El Mercader de Venecia, que años después vería entonar a Al Pacino con maestría. ¿Cómo no detestar a Roberto de Artrois a través de la pluma de Maurice Druon?
Ya nadie se acuerda de los calquitos históricos: aquellos libros con pequeñas etiquetas para colocar en campos de batalla vacíos. Sufrí con Bodas de Sangre y La Casa de Bernarda Alba (en el liceo mi hija le haría los honores a Angustias en las tablas). Súper pana de El Principito y con unas ganas de ahorcar a La Rosa por perfecta e imperfecta, me explico, no? Me encantaba El Zorro y después de releer, descubrí que tengo un amigo que se parece al Geógrafo: vive en el mundo del conocimiento, pero se niega a experimentar por sí mismo cualquier cosa fuera de eso (shhh, no le digan…). Entré a 1984, pasé por Rebelión en la Granja y salí de Los Miserables, con una rebeldía que no se me ha de quitar en la vida. Al chamo del Guardián entre el Centeno me provocaba darle un sólo lepe por el cogote: camiiina, mijito! 
Amo a Mafalda. Y ahí no hago concesiones de ningún tipo. 
Reí y me enternecí de la mano de Aquiles Nazoa. ¿Quién sabe lo que hubiera escrito de haberse montando en el Metro?
Consentidos? muchos, pero: cuál es mi libro favorito? el próximo!

sábado, 14 de mayo de 2011

Érase una vez un transeúnte sonreído

Si en algo contribuyó Aquiles Nazoa cuando volvió a los cielos fue en llevar consigo su extraordinaria sensibilidad, su gran calidad humana, su chispa tan caraqueña y su calidad de visionario. Este genial venezolano, nacido un 17 de mayo en un humilde hogar de la parroquia San Juan es uno de mis escritores favoritos de todos los tiempos. Uno de sus libros, Humor y Amor, es algo que debería formar parte de la canasta básica de este país. Debería ser Patrimonio Cultural de la UNESCO. Es decir, toda pareja nueva con casa a estrenar (crasa errática esperanza de tanto compatriota), debería comprar cama, nevera, vajilla, cubiertos, olla, sartén, paila, cocina, equipo de sonido y este libro, para empezar no más el primer día. Cada quien en su casa y Dios en la de todos... Pero con Aquiles al lado.
Aquí me permito colar dos de sus textos: uno que me habría encantado que pasara tal cual y que nos hubiésemos quedado con el falsificador de pescados y el otro que he presenciado en una que otra tienda, sala de espera médica o aeropuerto...


La pasión según San Cocho
O ser Santo no es ser mocho



Al levantarse el telón
Se ve en escena una cena
Donde cena una docena
De tercios en camisón.

Ante la mesa de cedro
Cuya forma es de redoma
Se pone de pie San Pedro
Y alza una copa de goma.


San Pedro:
Y ahora, con guarapita
Voy a tener el honor
De pegarme esta copita
Por el Reino del Señor.

Jesús:
Te doy las gracias, Perucho,
Mas no te entusiasmes mucho.
Mi reino no es de este mundo
Donde hay tanto vagabundo.
Sin darme tiempo a que reine 
Aquí ni en lugar alguno,
Entre vosotros hay uno
Que me está poniendo un peine.

Rojo San Juan de furor
Y con el gaznate seco
Dice con sordo rencor:

-Ese que habla el Señor
tiene que ser un adeco.

Jesús:
Y bien, aunque la velada
Está tan encantadora,
Me parece que ya es hora
De tocar la retirada.
La cena estuvo exquisita
Y la charla muy amena.
Yo voy a bajar la cena
Y a echar una rezadita.

Bendiciendo a los demás
Sale Cristo en su burrito
Y al coger su chachachás
Se le va Judas atrás
Haciéndose el motolito.


San Juan:
Hoy Judas se ha comportado
Como nunca antes lo hizo:
Para mí que ese carrizo
Tiene su trompo enrollado.

Tras la escena que hemos visto
Se pasa a un sitio remoto
Donde Judas ya está listo
Para negociar a Cristo
Como si fuera un coroto.


En acción cinco soplones
Y Judas, un poco esquivo,
Que ya ha firmado el recibo
Y está contando marrones.


Judas:
Ya sabéis lo convenido:
Yo al verlo le doy un beso
Y vosotros lo hacéis preso
Cuando escuchéis el chasquido.

Iscariote se retira
Y la escena pasa ahora
A un lugar donde se mira
A un gentío que le tira
Peñones a una señora.

Y Jesús entra en escena
Cuando ya falta muy poco
Para que a la Magdalena
Le desportillen el coco.


Jesús:
¿Qué te asusta? ¿Qué te arredra?
¿Quién te persigue cual rata?
¿Quién te ha tirado esta piedra
que si te alcanza te mata?

Magdalena:
Porque visto este sudario
Color de gallina clueca,
Mi vecindario me impreca
Diciéndome: ¡Adeca, adeca!
¡La adeca del vecindario!

Jesús:
¿Y por eso se te acosa
como a un animal inmundo?
Pues que raro, niña hermosa,
Porque, bien vista la cosa,
Adeco aquí es todo el mundo.
Del interior o del centro,
Ricachos o güelefritos,
Aquí hasta los muchachitos
Llevan su adeco por dentro.

Y alzando hacia el pueblo el brazo
Le lanza el siguiente leco:

-¡Que el que no se sienta adeco
suelte el primer ladrillazo!

Todo el mundo se serena;
De armar la marimorena
Ninguno tiene valor,
Y Cristo a la Magdalena
Le susurra en la melena:

-¿No te lo dije, mi amor?

Haciéndose el distraído
Sale Judas Iscariote
Y según lo convenido,
A Cristo que está abstraído
Le da un beso en el bigote.
Cristo observa con sorpresa
Semejante atrocidad,
Porque Judas cuando besa
Es que besa de verdad.
Consumada esta acción vil,
La escena pasa, en dos platos,
A una especie de redil
Donde están Poncio Pilatos
(un solemne pelagatos)
y Caifás, que es un reptil.


Pilatos:
¿Cómo estamos hoy de presos?

Caifás:
Ni muy flojos ni muy gruesos:
Fuera de los mil en la Planta
Y seis mil en la Modelo
Y el número que ya espanta
De los enviados del cielo,
Tenemos dos nada más:
Jesucristo y Barrabás.

Caifás hacia fuera grita
Con su voz más detonante:

-¡Que traigan a Carne Frita
y al tercio de la barbita
que se hace el interesante!

Salen los dos prisioneros:
Barrabás, en casi cueros
Muestra su cuerpo retaco,
Y Jesús al que le choca
Que en vez del Credo en la boca
Cargue un enorme tabaco.


Pilatos:
¿Cuál de ellos es Barrabás?

Caifás:
El mediano, el gordinflón,
El que tiene el pantalón
Abrochado para atrás.

Pilatos:

¿Qué dices? ¿Aquél gordito
que está junto a la mampara?
¿Aquél que tiene la cara
como de loro chiquito?

Caifas:
Tiene a monte a sus vecinos
Robándoles el ganado:
Solamente el mes pasado
Cargó con treinta cochinos.
Y el otro es como un chiflado,
Es una especie de cura
De quien la gente asegura
Que multiplica el pescado.

Pilatos:
¿Y por qué lo han arrestado?

Caifás:

Porque anoche ¡voto al cuerno!
Fue por la calle encontrado
Falsificando el pescado
Y hablando mal del gobierno.

Pilatos:
Los dos debieran panquear,
Pero no se va a poder...
Tendremos que resolver
Por votación popular.

Caifás:
Excelente solución;
Haremos un plebiscito
Para que gane el gordito
Y el otro vaya al cajón.


(al pueblo)
¡Como hay una sola cruz
y un candidato de más,
diga el pueblo ante Caifás
si se embroma a Barrabás
o si se raspa a Jesús!

-¡Qué se salve el nazareno
-grita el coro de vecinos-
él podrá no ser muy bueno,
pero no roba cochinos!

Barrabas (llorando):
¡Salvadme, nobles vecinos,
que si salváis mi cabeza
yo en cambio os doy la promesa
de devolver los cochinos!

Todos levantan las manos
Cual parada de autobús:

-¡Si él devuelve los marranos
completos, sanos y salvos
entonces, muera Jesús!

Jesús:
-¡Qué ejemplo tan oportuno
de lo que yo siempre noto:
para lo que sirve el voto,
pa' que lo embromen a uno!

Mas Cristo, que por lo visto
No es el de años anteriores,
Al mirar a sus captores
Tiene el mecate listo,
Pegando un salto imprevisto
Los increpa ya molesto:

-¡Vayan buscando otro Cristo,
porque yo no sigo en esto!
Y a los que me quieren tanto
Por mi carácter sumiso,
Que se busquen otro santo.
¡Yo no soy manso un carrizo!

Oyendo palabras tales
Judas de pena se ahoga
Y entonces coge los reales
Para comprarse una soga.
Mas tiene tan mala suerte
Que al colgarse de una rama,
En vez de encontrar la muerte
Encuentra un golpe tan fuerte
Que pasa un año en la cama.


Autor:
Y aquí termina la obra
En donde como hemos visto,
Se demuestra que hasta Cristo
Vino este año por la goma... 



Las Muñoz Marín salen de compras



En Sears una señora andaba como una hormiga loca sin resolverse por nada, cuando se topó con otra señora que también andaba como una hormiga loca.
-Guás, niña, óuh, tú por aquí? Yo te hacía en la vieja.
-¿Cuál vieja?
-La Vieja Uropas.
-Pues no. A última hora resolvimos dejar el viaje para el año retropróximo venidero. ¿Y tus, qué haces por aquís?
-Ay niña, loca buscando un fulano papel tualé de Navidad que no se consigue. ¡No sé cómo van a hacer pupú esos niños este año!... ¿Y esos discos que llevas ahí, qué son?
-Música plástica. Tú sabes que a Freddicito le ha dado por la música plástica desde que vio el Valle Ruso en Nueva York. Aquí le llevo la Sífilis de Chaplín, La Hipotética de Charcosqui, y una sinfonía de Schubert que me dieron más barata porque le falta un disco.
-¿Y eso fue todo lo que compraste? ¿Por qué no compraste la Novela de Beethoven el Divino Sórdido?
-Ya la tenemos. Freddicito la compró en Nueva York tocada por la orquesta de Arturo Brinquinini. También tenemos El Mascanueces, El Lago de los Chismes, El Manubrio Azul y una ópera que se llama Tristán y la Sorda de la Warner Bros.
-Niña, pero entonces ustedes tienen una discoteca completa.
-Y eso que tú no has visto la billoteca. ¡Tenemos una billoteca!... Todas las noches me pongo mis anteojos jazzband, abro una caja de manzanas y me acuesto a leer Don Cipote de la Mancha en inglés. ¡A mí me encanta Don Pipote!
-Tendrán muy buenos libros, ¿verdad?
-Naturalmente. Todos están forrados en cuero. Vamos hasta ahí, que estoy buscando unas velitas de vidrio de esos que tienen agua hervida por dentro y echan bombita.
-¿De esas que parecen unas ampolletas rosadas?
-Yes… ¿Verdad que son un sueño? Figúrate que Freddicito trajo dos cajas de Nueva York, ¿y tú crees que queda una para remedio?... Todas las hemos ido regalando entre nuestros amigos más ínfimos. Y a mí me dislocan esas condenadas velitas. Para ponérselas a las tortas de cumpleaños están soñadas. Uno las sopla y no se apagan como las otras.
-Ahí las tienes…
-Ah sí… (Llamando). Esteeem… ¡Mire, señorita! (Ahí viene. Pregúntale tú a cómo son).
-¿Very moch bolívar biútiful general eléctric merry critsmas?
-¿Cómo es el golpe?
-Ay, chica, como que no entiende. Esa mujer es nativa. Mire, señorita, ella le está preguntando que a cómo son esas velitas. (Qué horror, qué servicio tan pésimo; no sé como a estos americanos tan prácticos que son se les ocurre poner nativas a atenderle a uno. En Estados Unidos todas las dependientas de tienda saben hablar inglés).
-¡Ay, mira quién viene allá!
-Ay, qué sorpresa. Cuchi Mogollón. Me privo. (Llamando). ¡Come jía, Cuchi!
-Jalóu!... ¿Pero qué hacen ustedes aquí? Yo las hacía en la Exposición de Huérfanos. ¿Ustedes no y que eran del Comité Organizador, pues?
-Yo sí, pero tuve que renunciar porque no me ha quedado tiempo para nada. Primero, despidiendo a William Guillermo que se fue para Mayami Flórida; después, recogiendo levitas viejas para los niños pobres: Total, no he tenido tiempo para nosing at oll.
-Yo también renuncié al Comité. No me he sentido muy bien después de aquella botella de ponche crema que nos tomamos el otro día en el desayuno. Bueno, Cucky, ¿y cómo está tu marido?
-Guá, niña, en Estados Unidos. Tú sabes que a él lo mandaron en una Micción. Es que los dos gobiernos van a celebrar conjuntamente este año el fifticentenario del Natalicio de la muerte del Libertador, y él va a pronunciar la oración lúgubre.
-¡Ay, prívense! ¡Miren aquella americana que viene allá!
-¡De veras, niña! ¡Qué musiúa tan elegante! ¿Verdad que se parece a Majarete Truman?
-Bueno, yo las dejo. Voy a ver si me cambian un tráveler para comprar aquel juego de rinocerontes de yeso parados en dos patas. ¿Verdad que están soñados?
-Son fantásticos. Bueno, yo también me voy. Freddicito debe estar esperándome para ir a la piscina a practicar un poco de nutrición. Mañana damos un almuerzo criollo en casa. No dejes de ir por allá para que te tomes aunque sea una copita de mondongo. Babay…
-Gubay…
-So long…
-Ariós!...
-Iúuju!...
-Iuju…
-Jasta luegou...!

martes, 26 de abril de 2011

Pst, pst, pst...

La náusea

Muchas veces la resistencia a reaccionar, es interpretada como cobardía. Especialmente cuando no se toman en cuenta las provocaciones de personas mal intencionadas, groseras y cobardes, ellas sí, cuyo modus operandi consiste en atacar constante y patotéricamente a la víctima de su "atención". 

Hay que tener la habilidad gimnástica de Yevguenia Kanáyeva para esquivar los intentos desestabilizadores de estas personas que se juran el no va más en esta vida, las anteriores y las próximas y encaramados en su Monte Olimpo de perfección, han de venir a juzgar a vivos y muertos, cuales o-dioses.

Señores, entiéndanlo: no son imprescindibles. Sólo son molestos. Y me atrevería a decir que van un poco vacíos, ya que emiten tal eco interno...

Señores, vivan. Sean felices, no les estorbe la felicidad de otros… o su indiferencia.

Post-it asoleado

Del DRAE para Ud., Compañero: Persona que se acompaña con otra para algún fin, casi siempre mutuo./ Cada uno de los individuos de que se compone un cuerpo o una comunidad, como un cabildo, un colegio, etc./ En varios juegos, cada uno de los jugadores que se unen y ayudan contra los otros./ Persona que tiene o corre una misma suerte o fortuna con otra.

Lo que No es un compañero: aquel que utiliza a la gente para sus propios fines o aquel que se acerca por el mero interés o conveniencia propia./ El que tiene dos caras, una más falsa que la otra./ El que no merece ni el respeto ni la consideración que se le brinda, ni siquiera la empatía con que se le recibe.

Se entendió, no? Lástima. Ud. nunca entenderá nada...

domingo, 10 de abril de 2011

Migración vacacional

Los que vivimos en Caracas solemos tener familia que vive en el interior del país: Maracay, Valencia, Puerto Ordaz, Barquisimeto, Maracaibo, Maturín, Valera, Apure y un largo etcétera de ciudades y pueblos, contentivos a su vez de gente buena y querendona, casotas con patio y matas de todo lo que se les ocurra, ríos cerquita, gallinas y gallos que te despiertan de oído, comida deliciosa, atardeceres colorados, miles de cuentos de cuando éramos niños (vergonzosos y comiquísimos) y que son, a la vez, generadores y dueños inamovibles de nuestras añoranzas infantiles… y hasta de las seniles.
Recuerdo la vez que nos fuimos a pasar unos días una escuela indígena en el kilómetro 88, allá en Bolívar. Una pandilla de muchachos con monte de sobra para correr, jugar e inventar a más no poder. Para encauzar nuestras energías nos pusieron a recoger una pequeña huerta, donde unos ñames ya maduros esperaban ser desenterrados para formar parte de algún sancocho. Como la cosa tenía que ser divertida, comenzamos una guerra de terrones. Jalando cualquier ramita salía un terrón gordo, que al ir volando se deshacía por lo general en el aire y sólo llegaba al contrincante una pequeña parte, enlodándole hasta el alma…
Más no siempre. En una de esas, uno de los muchachos tiró de una enclenque ramita, esperando ver el terrón desgranarse en el aire… pero terminó estampándole un ñame, de aproximadamente un kilo, a otro por la frente. El impactado exclamó: “estoy herido” y cayó con los ojos en blanco. Del susto, sólo quedó la burla para toda la vida.
O la vez que en Apure, les dio por meter una vaca en el patio interior de la casa… a la que después no hubo manera de sacar. No sólo no quiso salir, sino que cuando la empujaron para “convencerla”, comenzó a mujir en estéreo, despertando a todo el mundo, empezando por el tío jodiísimo, dueño de todo aquel verdor.
En El Pao había un amigo de papá que tenía unos cochinos grandísimos, a los que llamábamos “los gringos”, porque eran rosadotes y tenían cara pues, de… gringos. Era muy interesante asomarse en el corral donde los tenían, pues los bañaban con una manguera con mucha presión y ellos felices, porque el calor en esa zona es candela, se dejaban plácidos… Hasta que uno de los muchachos se hizo con la manguera y nos bañó a todos los demás, haciendo volar a más de uno a 2 metros de distancia y cayendo de plano al suelo.
Nunca tuvieron consecuencias graves las travesuras, más allá de un susto del que te acordabas entre risas y codazos… Como cuando nadando a ras de agua en Mochima y te ponían el dedo en el tubo del snorkel, dejándote sin aire. O la vez que inventamos echarnos a rodar por los Médanos de Coro… y escupimos arena por un mes.
Lo más lejos que llegábamos era a recoger tal cantidad de flores, que la casa se llenaba de abejitas y las ofrendas iban a tener a punta de trapasos al porche, con todo y recolector de turno.
No vaya usted a creer que sólo los capitalinos somos fanáticos de huir para allá. A muchos de ellos les encanta decir: “me voy donde mi tía Martha (la que vive en Caracas, sabes?) a pasar las vacaciones y a pasear por la capital…”. Seguro les parece chic lo que a nosotros nos resulta rutinario… y a veces, insoportable. 
Y ahí es donde uno aprovecha y devuelve todas las atenciones de las que ha sido objeto cuando le ha tocado visitar, lo cual es la mar de agradable.

martes, 15 de febrero de 2011

Hemodinámia Latinoamericana

Mucha agua ha pasado bajo los puentes de nuestro continente, desde la publicación del libro “Las venas abiertas de América Latina”.
Somos una tierra de crueles contradicciones: inmensamente ricos y dolorosamente pobres, sumisos y rebeldes, aguerridos y cobardes; guardamos el silencio cómplice tras el canto a todo pulmón, con el pecho abierto y un pasamontañas en el bolsillo; somos una virgen de piel oscura que va descalza, ultrajada y sonreída, con un nudo en la garganta y un niño tomado de la mano.
39 años después de haber visto la luz este libro, las denuncias de explotación desmedida de recursos naturales y humanos, acuerdos en condiciones desfavorables, intervencionismo descarado, reclamos seudo imperiales y extemporáneos de territorio, sin dejar de lado gobiernos corruptos y boicots a nosotros mismos, nos mantienen todavía, como describía Colón en su diario: “tomando las espadas de los conquistadores por el filo, con inocencia e ignorancia”.
Hagamos pues, un vuelo rasante sobre el pasado inmediato, el presente y las esperanzas para el futuro de nuestro pedazo de la Pacha Mama, a fin de saber si los temas tocados por el señor Galeano siguen vigentes.   
Nuestra historia reciente es un catálogo de la convulsión que hemos vivido: gobiernos populistas y paternalistas, encarnados en figuras como Lázaro Cárdenas, Juan Domingo Perón o Rómulo Betancourt; el triunfo de la revolución cubana, el movimiento guerrillero, las dictaduras militares (graduadas Summa Cum Laude en terror, desapariciones y tortura en la Escuela de las Américas), represiones brutales como la masacre de Tlatelolco en México o el fortalecimiento de la mafia de la droga, que adquirió un poder paralelo al del estado.
 Siempre tenemos mártires para todos los sustos: Orlando Letelier, Oscar Arnulfo Romero, Chico Méndes… El asesinato del periodista Pedro Joaquín Chamorro, ordenado por el gobierno de Somoza por denunciar el desvío de fondos de ayuda, fue el detonante de una insurrección que sólo se detuvo con el triunfo de la revolución sandinista.
Los gobiernos neoliberales de Salinas de Gortari (Méx), Sánchez de Lozada (Bol), Fujimori (Per), Carlos A. Pérez (Vzla), Collor de Mello (Bra), entre otros, obedeciendo medidas dictadas desde el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial del Comercio y el Banco Mundial en los años 90, causaron profundas crisis económicas que produjeron revueltas populares como el Caracazo, la guerra del gas o el grito de indignación de muchos argentinos, que luego corearía casi todo el continente: ¡que se vayan todos!
Se nos quedan muchos hechos y áreas por fuera, algunos más importantes que otros, pero la muestra es vergonzosamente representativa. En este momento, la ecología está de moda: ahora son verdes hasta los asesinos del planeta.
En conclusión, ésta es la cuestión...
Lamentablemente lo narrado en este libro no sólo tiene vigencia sino que, dada nuestra corta memoria, tiene utilidad. La utilidad una cicatriz que nos recuerda al verla, que el pasado ha sido recurrente. En palabras del mismo Galeano: “Ojalá fuera un libro derrotado por la historia. La realidad que le dio origen sigue siendo bastante parecida a la actualidad.”
¿Estamos como estamos porque no somos competitivos, rentables, eficientes? ¿Es la pobreza el castigo que la ineficiencia merece? ¿O es el resultado de la injusticia? ¿Son estos conceptos un caballo de Troya del capitalismo? ¿O es la excusa del comunismo? ¿Le seguimos dando vuelta a tanta incertidumbre o nos sacamos la venda? 
Sí, es urgente un examen de conciencia.
Ignacio Ellacuria sostuvo que la liberación de nuestros pueblos implica “el fortalecimiento de identidades colectivas con un rescate profundo de la memoria histórica y el fortalecimiento del control de los pueblos sobre sus propios destinos”. ¿Misión imposible? No lo creemos.
Unirse, por ejemplo, ha resultado una tarea difícil, complicada. Pese a que es obvio, hemos tenido que convencernos a nosotros mismos de que en la unión está la fuerza. Como en todo proceso social, el paso es lento y tomara su tiempo aprender a caminar juntos y fuertes.
Hoy, sin embargo, estamos más cerca de consolidar el sublime ideal de Miranda, San Martín, Bolívar y tantas otras voces, públicas y anónimas, pasadas y presentes: estrechar los lazos que nos unen para formar eso que tantos desean y otros temen: la gran patria latinoamericana.
Hay tantos intereses en juego... y nosotros en medio.

Este ensayo lo escribí como tarea para la Universidad, habiendo leído el libro y basándome en una pregunta: ¿Siguen vigentes las denuncias hechas en Las venas abiertas de América Latina? 
Nada tengo que decir del autor que no se haya dicho ya. Mis humildes halagos se quedarían  descalzos ante su pluma. Le admiro. 

De su genialidad, rescato una definición de su Diccionario del Nuevo Orden Mundial: 
Mundo, mapa del: un mar de dos orillas. Al Norte, pocos con mucho. Al Sur, muchos con poco. El este que ha logrado dejar de ser Este, quiere ser Norte, pero a la entrada del Paraíso un cartel dice: Completo.