Perseguidera Dmente

sábado, 14 de mayo de 2011

Érase una vez un transeúnte sonreído

Si en algo contribuyó Aquiles Nazoa cuando volvió a los cielos fue en llevar consigo su extraordinaria sensibilidad, su gran calidad humana, su chispa tan caraqueña y su calidad de visionario. Este genial venezolano, nacido un 17 de mayo en un humilde hogar de la parroquia San Juan es uno de mis escritores favoritos de todos los tiempos. Uno de sus libros, Humor y Amor, es algo que debería formar parte de la canasta básica de este país. Debería ser Patrimonio Cultural de la UNESCO. Es decir, toda pareja nueva con casa a estrenar (crasa errática esperanza de tanto compatriota), debería comprar cama, nevera, vajilla, cubiertos, olla, sartén, paila, cocina, equipo de sonido y este libro, para empezar no más el primer día. Cada quien en su casa y Dios en la de todos... Pero con Aquiles al lado.
Aquí me permito colar dos de sus textos: uno que me habría encantado que pasara tal cual y que nos hubiésemos quedado con el falsificador de pescados y el otro que he presenciado en una que otra tienda, sala de espera médica o aeropuerto...


La pasión según San Cocho
O ser Santo no es ser mocho



Al levantarse el telón
Se ve en escena una cena
Donde cena una docena
De tercios en camisón.

Ante la mesa de cedro
Cuya forma es de redoma
Se pone de pie San Pedro
Y alza una copa de goma.


San Pedro:
Y ahora, con guarapita
Voy a tener el honor
De pegarme esta copita
Por el Reino del Señor.

Jesús:
Te doy las gracias, Perucho,
Mas no te entusiasmes mucho.
Mi reino no es de este mundo
Donde hay tanto vagabundo.
Sin darme tiempo a que reine 
Aquí ni en lugar alguno,
Entre vosotros hay uno
Que me está poniendo un peine.

Rojo San Juan de furor
Y con el gaznate seco
Dice con sordo rencor:

-Ese que habla el Señor
tiene que ser un adeco.

Jesús:
Y bien, aunque la velada
Está tan encantadora,
Me parece que ya es hora
De tocar la retirada.
La cena estuvo exquisita
Y la charla muy amena.
Yo voy a bajar la cena
Y a echar una rezadita.

Bendiciendo a los demás
Sale Cristo en su burrito
Y al coger su chachachás
Se le va Judas atrás
Haciéndose el motolito.


San Juan:
Hoy Judas se ha comportado
Como nunca antes lo hizo:
Para mí que ese carrizo
Tiene su trompo enrollado.

Tras la escena que hemos visto
Se pasa a un sitio remoto
Donde Judas ya está listo
Para negociar a Cristo
Como si fuera un coroto.


En acción cinco soplones
Y Judas, un poco esquivo,
Que ya ha firmado el recibo
Y está contando marrones.


Judas:
Ya sabéis lo convenido:
Yo al verlo le doy un beso
Y vosotros lo hacéis preso
Cuando escuchéis el chasquido.

Iscariote se retira
Y la escena pasa ahora
A un lugar donde se mira
A un gentío que le tira
Peñones a una señora.

Y Jesús entra en escena
Cuando ya falta muy poco
Para que a la Magdalena
Le desportillen el coco.


Jesús:
¿Qué te asusta? ¿Qué te arredra?
¿Quién te persigue cual rata?
¿Quién te ha tirado esta piedra
que si te alcanza te mata?

Magdalena:
Porque visto este sudario
Color de gallina clueca,
Mi vecindario me impreca
Diciéndome: ¡Adeca, adeca!
¡La adeca del vecindario!

Jesús:
¿Y por eso se te acosa
como a un animal inmundo?
Pues que raro, niña hermosa,
Porque, bien vista la cosa,
Adeco aquí es todo el mundo.
Del interior o del centro,
Ricachos o güelefritos,
Aquí hasta los muchachitos
Llevan su adeco por dentro.

Y alzando hacia el pueblo el brazo
Le lanza el siguiente leco:

-¡Que el que no se sienta adeco
suelte el primer ladrillazo!

Todo el mundo se serena;
De armar la marimorena
Ninguno tiene valor,
Y Cristo a la Magdalena
Le susurra en la melena:

-¿No te lo dije, mi amor?

Haciéndose el distraído
Sale Judas Iscariote
Y según lo convenido,
A Cristo que está abstraído
Le da un beso en el bigote.
Cristo observa con sorpresa
Semejante atrocidad,
Porque Judas cuando besa
Es que besa de verdad.
Consumada esta acción vil,
La escena pasa, en dos platos,
A una especie de redil
Donde están Poncio Pilatos
(un solemne pelagatos)
y Caifás, que es un reptil.


Pilatos:
¿Cómo estamos hoy de presos?

Caifás:
Ni muy flojos ni muy gruesos:
Fuera de los mil en la Planta
Y seis mil en la Modelo
Y el número que ya espanta
De los enviados del cielo,
Tenemos dos nada más:
Jesucristo y Barrabás.

Caifás hacia fuera grita
Con su voz más detonante:

-¡Que traigan a Carne Frita
y al tercio de la barbita
que se hace el interesante!

Salen los dos prisioneros:
Barrabás, en casi cueros
Muestra su cuerpo retaco,
Y Jesús al que le choca
Que en vez del Credo en la boca
Cargue un enorme tabaco.


Pilatos:
¿Cuál de ellos es Barrabás?

Caifás:
El mediano, el gordinflón,
El que tiene el pantalón
Abrochado para atrás.

Pilatos:

¿Qué dices? ¿Aquél gordito
que está junto a la mampara?
¿Aquél que tiene la cara
como de loro chiquito?

Caifas:
Tiene a monte a sus vecinos
Robándoles el ganado:
Solamente el mes pasado
Cargó con treinta cochinos.
Y el otro es como un chiflado,
Es una especie de cura
De quien la gente asegura
Que multiplica el pescado.

Pilatos:
¿Y por qué lo han arrestado?

Caifás:

Porque anoche ¡voto al cuerno!
Fue por la calle encontrado
Falsificando el pescado
Y hablando mal del gobierno.

Pilatos:
Los dos debieran panquear,
Pero no se va a poder...
Tendremos que resolver
Por votación popular.

Caifás:
Excelente solución;
Haremos un plebiscito
Para que gane el gordito
Y el otro vaya al cajón.


(al pueblo)
¡Como hay una sola cruz
y un candidato de más,
diga el pueblo ante Caifás
si se embroma a Barrabás
o si se raspa a Jesús!

-¡Qué se salve el nazareno
-grita el coro de vecinos-
él podrá no ser muy bueno,
pero no roba cochinos!

Barrabas (llorando):
¡Salvadme, nobles vecinos,
que si salváis mi cabeza
yo en cambio os doy la promesa
de devolver los cochinos!

Todos levantan las manos
Cual parada de autobús:

-¡Si él devuelve los marranos
completos, sanos y salvos
entonces, muera Jesús!

Jesús:
-¡Qué ejemplo tan oportuno
de lo que yo siempre noto:
para lo que sirve el voto,
pa' que lo embromen a uno!

Mas Cristo, que por lo visto
No es el de años anteriores,
Al mirar a sus captores
Tiene el mecate listo,
Pegando un salto imprevisto
Los increpa ya molesto:

-¡Vayan buscando otro Cristo,
porque yo no sigo en esto!
Y a los que me quieren tanto
Por mi carácter sumiso,
Que se busquen otro santo.
¡Yo no soy manso un carrizo!

Oyendo palabras tales
Judas de pena se ahoga
Y entonces coge los reales
Para comprarse una soga.
Mas tiene tan mala suerte
Que al colgarse de una rama,
En vez de encontrar la muerte
Encuentra un golpe tan fuerte
Que pasa un año en la cama.


Autor:
Y aquí termina la obra
En donde como hemos visto,
Se demuestra que hasta Cristo
Vino este año por la goma... 



Las Muñoz Marín salen de compras



En Sears una señora andaba como una hormiga loca sin resolverse por nada, cuando se topó con otra señora que también andaba como una hormiga loca.
-Guás, niña, óuh, tú por aquí? Yo te hacía en la vieja.
-¿Cuál vieja?
-La Vieja Uropas.
-Pues no. A última hora resolvimos dejar el viaje para el año retropróximo venidero. ¿Y tus, qué haces por aquís?
-Ay niña, loca buscando un fulano papel tualé de Navidad que no se consigue. ¡No sé cómo van a hacer pupú esos niños este año!... ¿Y esos discos que llevas ahí, qué son?
-Música plástica. Tú sabes que a Freddicito le ha dado por la música plástica desde que vio el Valle Ruso en Nueva York. Aquí le llevo la Sífilis de Chaplín, La Hipotética de Charcosqui, y una sinfonía de Schubert que me dieron más barata porque le falta un disco.
-¿Y eso fue todo lo que compraste? ¿Por qué no compraste la Novela de Beethoven el Divino Sórdido?
-Ya la tenemos. Freddicito la compró en Nueva York tocada por la orquesta de Arturo Brinquinini. También tenemos El Mascanueces, El Lago de los Chismes, El Manubrio Azul y una ópera que se llama Tristán y la Sorda de la Warner Bros.
-Niña, pero entonces ustedes tienen una discoteca completa.
-Y eso que tú no has visto la billoteca. ¡Tenemos una billoteca!... Todas las noches me pongo mis anteojos jazzband, abro una caja de manzanas y me acuesto a leer Don Cipote de la Mancha en inglés. ¡A mí me encanta Don Pipote!
-Tendrán muy buenos libros, ¿verdad?
-Naturalmente. Todos están forrados en cuero. Vamos hasta ahí, que estoy buscando unas velitas de vidrio de esos que tienen agua hervida por dentro y echan bombita.
-¿De esas que parecen unas ampolletas rosadas?
-Yes… ¿Verdad que son un sueño? Figúrate que Freddicito trajo dos cajas de Nueva York, ¿y tú crees que queda una para remedio?... Todas las hemos ido regalando entre nuestros amigos más ínfimos. Y a mí me dislocan esas condenadas velitas. Para ponérselas a las tortas de cumpleaños están soñadas. Uno las sopla y no se apagan como las otras.
-Ahí las tienes…
-Ah sí… (Llamando). Esteeem… ¡Mire, señorita! (Ahí viene. Pregúntale tú a cómo son).
-¿Very moch bolívar biútiful general eléctric merry critsmas?
-¿Cómo es el golpe?
-Ay, chica, como que no entiende. Esa mujer es nativa. Mire, señorita, ella le está preguntando que a cómo son esas velitas. (Qué horror, qué servicio tan pésimo; no sé como a estos americanos tan prácticos que son se les ocurre poner nativas a atenderle a uno. En Estados Unidos todas las dependientas de tienda saben hablar inglés).
-¡Ay, mira quién viene allá!
-Ay, qué sorpresa. Cuchi Mogollón. Me privo. (Llamando). ¡Come jía, Cuchi!
-Jalóu!... ¿Pero qué hacen ustedes aquí? Yo las hacía en la Exposición de Huérfanos. ¿Ustedes no y que eran del Comité Organizador, pues?
-Yo sí, pero tuve que renunciar porque no me ha quedado tiempo para nada. Primero, despidiendo a William Guillermo que se fue para Mayami Flórida; después, recogiendo levitas viejas para los niños pobres: Total, no he tenido tiempo para nosing at oll.
-Yo también renuncié al Comité. No me he sentido muy bien después de aquella botella de ponche crema que nos tomamos el otro día en el desayuno. Bueno, Cucky, ¿y cómo está tu marido?
-Guá, niña, en Estados Unidos. Tú sabes que a él lo mandaron en una Micción. Es que los dos gobiernos van a celebrar conjuntamente este año el fifticentenario del Natalicio de la muerte del Libertador, y él va a pronunciar la oración lúgubre.
-¡Ay, prívense! ¡Miren aquella americana que viene allá!
-¡De veras, niña! ¡Qué musiúa tan elegante! ¿Verdad que se parece a Majarete Truman?
-Bueno, yo las dejo. Voy a ver si me cambian un tráveler para comprar aquel juego de rinocerontes de yeso parados en dos patas. ¿Verdad que están soñados?
-Son fantásticos. Bueno, yo también me voy. Freddicito debe estar esperándome para ir a la piscina a practicar un poco de nutrición. Mañana damos un almuerzo criollo en casa. No dejes de ir por allá para que te tomes aunque sea una copita de mondongo. Babay…
-Gubay…
-So long…
-Ariós!...
-Iúuju!...
-Iuju…
-Jasta luegou...!