Perseguidera Dmente

jueves, 22 de julio de 2010

Frenesí de plata

A mediados de Octubre del año pasado, mi agrupación de música venezolana favorita, Ensamble Gurrufío, arribó a sus bodas de plata. Yo asistí encantada de la vida, en representación de toda la gente que se han dedicado a asombrar y complacer durante estos 25 años. El Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela no cabía en sí misma de la felicidad. Desde el techo, "Las Nubes de Calder" ondeaban orgullosas y expectantes, como todos. Un verdadero banquete de sensibilidad, picardía y unos invitados cuyo virtuosísmo desbordó nuestros sentidos, no permitió que olvidáramos por un momento que ellos, junto a otros tantos valientes músicos venezolanos (porque en este país hay que ser muy valiente para ser músico...), han sido mascarón de proa de nuestra cultura en cuanto escenario mundial se les ha atravesado, dejando muy en alto el banderín. Días después, decidí escribirle a Luís Julio Toro, Maestro a cargo de la flauta, para por su intermedio, hacerle llegar al resto de mis queridos "Gurrus" lo que a continuación transcribo para ustedes...

LJ:



La perspectiva del público suele ser convertida en elegantes adjetivos calificativos, propios de los medios de comunicación. He aquí el otro lado de la historia: el del espectador de a pie, el que no tiene el inmenso orgullo de ser familia, ni pana, ni compañero músico siquiera, un carrizo pues. 



Ahí estuve, como desde hace 20 años más o menos, con la constancia, el cariño y la admiración que se han ganado. Compré mi entrada: sector D, 3era. fila, silla 12. Como toda hija de vecino hice mi cola, hablé con gente que no conocía mientras tanto, entré y les esperé.



En la cola me dice una señora (que viene con su mamá): “aquí estamos para oír un pedacito de cielo…” ni más ni menos… Una pelusa de bolsillo..!



Mi compañero de la derecha, ingeniero de profesión, se vino de Cumaná anoche sólo para escucharles y me habla maravillas de Hamilton: “a muchacho pá talentoso este brasilero. Qué ejecutividad… ya vas a ver cosa buena..!”



De mi compañero de la izquierda te cuento que mientras entraba el resto, borró toda la música de su celular para “tener más memoria, porque los voy a poner en mi facebook, estos panas son demasiado buenos..!”



Yo agarré dato y, gracias a Dios, también hice espacio en el celular, porque después de la primera pieza de Hamilton, me quedé sin memoria en la cámara… y eso que llevaba 2 de 1 gb y 1 de 4… El asunto es que nunca alcancé a borrar las de las vacaciones de la playa y zas… Nada peor que una supercámara digital con Alzhaimer, viejo… más inútil que corneta de avión.



Empieza el video de entrada y la expectativa crece… Salen ustedes y arranca todo de cero: no importa cuántas veces los hayamos visto en vivo, todo es sabido y todo es nuevo: el sombrero y la guayabera de Cheo, la calva cada vez más instalada y menos poblada del Zancudo, lo flaco y bronceado que está Juan (las vacaciones, seguro), tus camisas (si, si: es que a Toro le encanta el surf…) y tus canas, que se parecen a la oposición: estaban ahí, pero ahora reclaman los espacios públicos.



Qué buen regalo de cumpleaños nos han hecho: traerse a Hamilton fue un regalo más para nosotros, qué infinitamente bueno es ese muchacho..! Naranjo no cabía en sí de la emoción y sus interpretaciones como siempre, llenas de una gran dulzura. Alexis impecable, como es su mala costumbre. Lástima el feedback con el micro, pero eso pasa hasta en las mejores famillas, así que relajado y pá lante.



Una de cal todas las que van de arena: qué carrizo se te perdió taaan atrás en el escenario? Estabas como escondido… no tenías ni silla, que fuiste a buscar para poderte sentar. Si, estos carajos del público nos fijamos en todo. Qué vaina con la gente chico…



El 25% del disfrute es, a mi modo de ver, ese lenguaje con que se entienden cuando están en plena faena. La energía que sale del corazón y va a parar al otro a punta de peladas de ojo, cejas que suben, señas, caras que cambian, guiños, cuerpos que se arquean… Eso, no sólo lo disfrutan ustedes: nosotros también.



Si bien hubieron momentos en los que la emoción nos desbordó y nos atrevimos a aplaudir cuando no era (cosa que pasa hasta en el Metropolitan…), hubieron así mismo, momentos en los que fuimos catapultados del asiento y aplaudimos de pie y a rabiar hasta que nos ardieron las manos, porque era preciso aplaudir, silbar y gritar desgañitadamente Bravo, para que ustedes lo sintieran: qué Caracas ni qué Magallanes chico, Gurrufío pá todo el mundo..!



Cuando todo terminó, quise (te lo juro por mis muertos más frescos) irme tras bastidores para decirles en persona que eran una maravilla hecha música, pedirles que me firmaran el programa y el CD y tomarles unas fotos, así tuviera que borrar alguna que otra de la playa, pero vi tal cantidad de amigos y gente más cercana a ustedes hacer exactamente lo mismo que, respetando la intimidad del momento y en un inexplicable arranque de timidez impropio de mi, preferí salir tan discretamente como pude.



Sin embargo mi niña interna (si es que tal figura existe), disfrutó tanto o más que la última vez. Me fui silbando bajito todas las piezas y más feliz de lo que había llegado, 4 horas atrás.



Por todo el éxito que han sido capaces de cosechar, brindo por el que les espera los próximos 25 años. Que sus redes estén siempre a reventar de más cosas buenas. Te toca repartir esto entre los muchachos. 



Te quedas con la mejor parte, según corresponde: reitero mi agradecimiento más sincero por despertarme cada mañana felizmente a punta de buena música. Sólo te digo una cosa: como se te ocurra siquiera pensar en dejar de hacer radio, te demando. Nadie te mandó a meterte a redentor. Eres el responsable de mis sonrisas matutinas: de ésa, no te zafas.



En el próximo correo me permitiré la insolencia de enviarte un par de sugerencias para el programa. Si, música de raíz tradicional, esta vez de otras latitudes. 



Yo soy sólo una voz que les susurra lo que siente al oído.



Se les quiere hasta el infinito, ida por vuelta.

Qué les puedo decir? Como dice la canción aquella, mi admiración por esta gente... más que amor, es frenesí.

Hamilton de Holanda y el Ensamble Gurrufío: "Criollísima"