Perseguidera Dmente

jueves, 16 de julio de 2009

Sé tú mismo... y mejórate cada día


Por estos días, he estado releyendo (no sé bien por qué) Ética para Amador. Y salen las clásicas preguntas: ¿cómo es que la gente sigue confundiendo el ser gentil con el ser servil? ¿simpatía con hipocresía? ¿ser educado con ser estirado? ¿hace tanto tiempo que la gente no ve un ser humano real, con principios morales y, si, éticos, que lo somete al escarnio por su diferencia con el resto de la manada?
Todos tenemos defectos. Pero si entre nuestras características se encuentran estos defectos que tanta falta le hacen a la humanidad, procuremos copiarlos. Yo a veces peco de soberbia y, a veces, me exaspera la injusticia, lo reconozco. Pero como me preocupa más lo que la gente hace que lo que dice, intervengo hasta donde puedo. Y poder y deber tienen una línea divisiva casi invisible en ocasiones.
Ayer una persona me preguntó por qué quise estudiar comunicación social, sobre todo en los tiempos que corren. Una de las muchas respuestas es que soy una idealista incorregible..!
Presten atención:
"Balti, nadie está libre de que lo encasillen, de que le pongan una especie de marca o de que le adjetiven. A los medios de comunicación les gusta mucho eso. Lo mismo te declaran héroe que villano. Recuerdo una entrevista en El País, cuando pasé a la política, que se tituló "Ni antes era Dios ni ahora el diablo". Y es que la sociedad o aquellos que la conducen son así. Te marcan una pauta y actúas; te dicen cuál es la moda y te visten; te dicen qué restaurante o discoteca está a la última y poco importa que ni ésos sean tus gustos, ni que te apetezca ir o no, pero vas. Son las normas de la tribu, son las costumbres sociales que hay que "cumplir", en forma mecánica, amorfa e insípida. Por eso, cuando alguien se sale del molde y marcha a contracorriente en principio sorprende, incluso molesta, y luego se le presta atención, porque demuestra que se puede rebelar contra lo establecido, contra lo impuesto. A partir de ahí surgen los detractores, los que te apoyan y los que te critican."¡Éste busca algo!" "¿Por qué lo hará?" "Seguro que le han ofrecido algo", dicen. A otros les perturba porque descubres sus miserias, su vagancia o sus delitos. Por eso intentan destruirte. En definitiva, atraes la atención y a partir de ahí te convierten en "estrella", "vedette", "protagonista", "mediático", "polémico", controvertido". Es decir, en alguien que actúa a impulsos de popularidad, o de encuesta, en alguien que delinque, prevarica, miente o conspira para mantenerse en alza, para que le reconozcan o le premien. En fin, en un monstruo, sólo que para algunos es un monstruo bueno y para otros malo, pero siempre monstruo. Sin embargo, muy pocos piensan y aceptan, hasta tal punto ha llegado la degradación humana, que se trata de un profesional que se cree aquello que hace, que procura hacerlo bien y prestar un servicio público para el que le pagan, que no busca otra cosa ni prebenda que su propio trabajo. En definitiva, hacer aquello que debería ser normal para todos y que tan bien plasmara, ya hace años, Adolfo Suárez: elevar a la categoría de normal lo que es normal.
Querido hijo, trabajar no es nada extraordinario, es una obligación y también un privilegio, porque hay muchos que no lo pueden hacer. Y si esto es así, ¿qué esfuerzo añadido cuesta hacer las cosas bien? No demasiado. Lo que sucede es que los niveles de compromiso y responsabilidad han bajado muchos enteros, y pasar inadvertido, no por prudencia sino por vagancia, es muy habitual.
Lo que sucede es que hay muchas personas que no aceptan que seas tú mismo, que tu vaso puede que sea pequeño pero que en él sólo bebes tú, que te marques tu meta según tus prioridades, que tengas el pernicioso virus de la independencia, y que por ello que seas como un grano en "el culo", que a todo el mundo molesta."
Baltasar Garzón, Un mundo sin miedo, 2005.

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