Perseguidera Dmente

jueves, 27 de agosto de 2009

Ah… L´ Amour

Ese sentir que nos deslumbra, desestabiliza, rompe esquemas… hace que quedes ciego, seas sordo, te quedes sin palabras, pierdas o recuperes el buen gusto y el aliento y que te pega cada susto…

Al principio te hace flotar, los sentidos se hacen más sensibles, el cielo es hermoso, la música es celestial y hasta las colas son soportables.

Luego se hacen llevaderos hasta los problemas más difíciles, pues las penas entre dos son menos y el pan y la cebolla resultan divertidos.

Al final es un remanso de paz acompañado, tibio y confortable.

Pobres de los que no lo han sentido… O aún peor, los que se cierran a él. Pobres de esos, que son duros con todos (y más consigo mismos) y construyen una torre inexpugnable alrededor de su corazón, pues una vez que terminan su infame construcción, están solos… y gritan, pero nadie les oye ya…

Por eso, en vez de construir, prefiero sembrar. Un jardín nunca deja de crecer. Tiene sus flores, sus hierbas aromáticas y hasta sus “malas hierbas” pero todas son y están y más importante, viven en armonía natural.

Si lo cuidas, un jardín puede crecer hermoso y armónico… y aunque le dejes crecer silvestre, estará siempre lleno de vida.
Si te encierras en una torre alta, si lo haces realmente bien... nadie te molestará.

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